-¿Qué haces tú aquí?
-Ahora mismo, ser feliz.
-La verdad, es una buena fiesta.
-No lo digo por la fiesta, ahora mismo podríamos estar en cualquier parte, en cualquier desierto, en cualquier mar. Soy feliz porque estás frente a mi.
-¿Y si me pongo detrás... - y no había terminado la frase cuando sentí sus labios sobre los mios. Sus labios, que contaban maravillas. Historias interminables con finales felices. De proyectos de matemáticos fusionados con proyectos de escritoras. Historias de polos opuestos,
totalmente opuestos, que por alguna extraña razón se atraían con una
fuerza sobrehumana. Historias interminables que no tienen finales
felices, por la simple razón de que no tienen final.
Me encanta leer tus labios
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