La mañana se presenta con buen humor, la brisa marina se mece en cuna al ritmo de las olas y el sol se encuentra sobre nosotros con las ganas de compartir el día.
Ella
estaba allí con su biquini y sus gafas modernas, una pura
representación de la musa que todo hombre deseaba tener. Mientras, yo,
estaba con el timón del barco surcando el mar que inundaba en ese mismo
instante y me volví loco hasta llegar a sus manos..
Nos tiramos al agua sin pensarlo,
nos daba igual que se hundiera el barco como aquel Titanic, nos
importaba menos que, hubiese tiburones que nos desearan comer, o que
aparecieran clavos afilados , sólo queríamos besarnos bajo agua,
llegar hasta el infinito del mar, y juntos, explorar la isla perdida
donde abandonariamos nuestras almas.
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