-No lo entiendo, no te entiendo. Ahora fumas, siempre que nos
cruzamos te enciendes un cigarrillo, y para que mentirte, te he visto
muchas tardes bajo aquel árbol de la entrada donde charlámos horas y
horas y siempre estás fumando, uno tras otro.
•¿Quieres saber la verdad? Me enciendo un cigarrillo por cada beso que no te doy.
-Me he propuesto una cosa.- Dijo el poniendo esa cara de niña buena, que conseguía derretirle con solo mirarle.
•¿Cuál?
-Voy a conseguir que dejes de fumar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario