jueves, 8 de marzo de 2012

Te miraría millones de veces sin aprenderte nunca de memoria.


Silencio. Me giro, te miro. Espero, sonríes. Me guiñas el ojo, me pongo roja, me giro rápidamente. Te levantas, mis ojos te siguen. Te paras, te giras, desvío la mirada. Hago como si te ignorara, tú haces lo mismo. Te mueves, hablas con alguien, me vuelvo a girar. Te miro sin que tú lo sepas, o quizás sí, pero no dices nada. Pasan los minutos. Ese alguien se va, te queras parado. Te giras, me miras. Te quedas mirándome, te saco la lengua, me miras con picardía. Te vuelves hacia otro lado, sales de la habitación, te sigo con la mirada hasta verte desaparecer. Pasan los minutos. Hablo con alguien, anoto alguna cosa, me río. Entras en la habitación. Me giro, me miras. Me llamas por un nuevo apodo, te llamo gilipollas, pero me río. Suspiro y niego con la cabeza. Te giras te miro, y yo no sé cómo no te vas desgastando poco a poco de tanto que lo hago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario