Dejarse llevar suena bien siempre que sea contigo.
Y rozando los límites de lo prohibido nos dimos cuenta de lo frágiles
que éramos y de como dependíamos el uno del otro. De como la sonrisa de
uno puede llegar a afectar tanto sobre otro y como las lágrimas de uno
pueden llegar a hacer tanto daño a otro. Y de que eso de dejarse llevar suena bien siempre que sea contigo.
De tener la capacidad de hacernos mil pedazos y confiar en que no lo
haremos. De saber todo sobre el otro y convertirnos en solo uno.
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