martes, 25 de septiembre de 2012

Dejarse llevar suena bien siempre que sea contigo.



Y rozando los límites de lo prohibido nos dimos cuenta de lo frágiles que éramos y de como dependíamos el uno del otro. De como la sonrisa de uno puede llegar a afectar tanto sobre otro y como las lágrimas de uno pueden llegar a hacer tanto daño a otro. Y de que eso de dejarse llevar suena bien siempre que sea contigo.
De tener la capacidad de hacernos mil pedazos y confiar en que no lo haremos. De saber todo sobre el otro y convertirnos en solo uno.

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